(Calchín fin de los '60)

La camiseta del Club Atlético Calchín es como la de River, yo era el único chico de Boca en el pueblo y entendí desde entonces la indefensión de las minorías.

El Banco Nación nos había anclado en un pueblo repleto de gente entrañable, pero todos eran gallinas, por suerte me tocó en la época seca de ellos, caso contrario se me salía la cadena y entraba a la escuela con una ametralladora y Calchín era Connecticut.

Con esa sed de abrazos lejanos, con la ceguera para esos colores odiados, ahí estábamos, con mi viejo, esperando un gol de la banda roja, detrás del arco de Matorrales, esperando que el Tortuga lo vacunara a ese tótem que tenían de arquero esos tipos que nunca podían ir punteros.

Nosotros éramos foráneos, pero locales, la liga nos hermanaba y cada gol de Calchín se festejaría con los bocinazos de los vitalicios que metían el auto de punta, pegado al alambrado.

Pero el gol no venía.

El ropero bajaba los centros sin un mínimo temblor en el jopo, sacó una de la ratonera que aún hoy no me explico, y le quemaron las manos entre alaridos y polvareda unas cuarenta veces.

Un arquerazo.

Hasta que se la cortaron a Chuño y encaró solito al monstruo, era gol por todos lados, lo dejó levantando tierra con un amague y se dispuso a marcar por fin el gol imposible.

Tan imposible que la bestia voló desde el suelo como una rana y tapó con la cabeza el remate furioso que terminaba el calvario.

La pelota rebotó hasta la media cancha y el tipo cayó muerto, pero vivo, porque con guantes y todo se tapaba la nariz que era una catarata de sangre.

El Quique Massera, vecino nuestro, le gritó desaforado: "qué te pasa culeao, te vino la menstruación?!".

El arquero ni mu.

Se metió dos toronjas de algodón, se sacudió la tierra del buzo y siguió sacando todo hasta que los conchudos se llevaron el cero a cero.

De vuelta a casa, mi viejo me dice: "Qué arquerazo tienen estos hijos de puta!"

Y yo le pregunto: " Papi qué es la menstruación?" "Eso es una cosa de mujeres, que les sangra cada tanto y se ponen algodones"
"Papi, y porqué no ataja la Mami así nunca más nos hacen goles?!"

No me contestó.

Si viviera estaría atrás del mismo arco.

Gritando un gol de Julián Álvarez, o dos.

Arquerazo las pelotas!