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Este producto nació hace 60 años en La Falda. Fue obra de un santafesino y de dos bolivianos que trataron el maíz inflado con almíbar.

 

La marca se popularizó en todo el país. La Tutuca no es un producto, sino una marca que impuso su nombre y lo transformó en genérico. Es maíz inflado tratado con almíbar.

La marca fue patentada por Alcides Ernesto Klenzi –luego a la empresa la continuó sólo él–, José Fernández, y Alfonso y Jaime Betancur (padre e hijo). Los conejitos de laboratorio y primeros consumidores fueron los estudiantes de la escuela Mateo Molina, ubicada sobre la céntrica avenida Edén. El maíz que se usa en este caso no es el pisingallo, sino más bien el que se les da a las gallinas.

Alcides es santafesino de nacimiento. Tras hacer el servicio militar, desembarcó en la ciudad de La Falda, se instaló en la hostería El Paraíso y comenzó a trabajar en una fábrica de juguetes. Pero ese negocio no anduvo, y para llegar a fin de mes empezó a dar clases de música.

Entre sus alumnos figuraba un tal Alfonso Black, que tenía un depósito de golosinas. Él lo contactó con una empresa santafesina que era justamente de una familia de sus pagos, y así, poco a poco, se convirtió en uno de los mayores distribuidores de golosinas de la provincia.

Un amigo de La Falda –José Fernández– que tenía quiosco le comentó que había recibido unas bolsitas con algo novedoso que le llevaron dos inmigrantes bolivianos de apellido Betancur.

Al quiosquero le pareció que podían venderse mucho, pero Alcides no estaba tan convencido. Por curiosidad, fue a conocer a la familia Betancur y le mostraron lo que hacían: calentaban maíz común en una vasija de hierro y le agregaban el almíbar.

Era simple y de bajo costo, por lo que decidieron hacer una producción para probar con los alumnos de la escuela Molina, durante la primera semana los pedidos se multiplicaron, y Klenzi empezó a venderles este producto a sus clientes.

No pasó mucho tiempo hasta que debieron realizar envíos a quioscos de todas las provincias, lo que demandó un enorme esfuerzo logístico para distribuirlo y venderlo en el resto del país. Llegaron a utilizar hasta trenes de carga y debieron armar una fábrica acorde con la demanda.

Klenzi relata que la Tutuca se obtiene con “unas tostadoras que trabajan a presión”. Y desarrolla: “Se mete el maíz con un poco de humedad, se cierra herméticamente, y eso se calienta. Levanta altísima presión, se mete en los poros del grano. El maíz no se infla. En un momento, se abre una tapa y al encontrarse el grano con la presión ambiente se expande. No revienta”.

Hace pocos años, Alcides le vendió la marca a otra empresa cordobesa. A sus 90 y pico de años, a pesar de haberse apartado de los negocios, es un emprendedor nato en Villa Carlos Paz, donde reside.

Fuente: La Voz