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Hojas secas bailan en la vereda,
se mecen con el viento, se van o se quedan.
El sol despierta lento, tímido al alba,
y la mañana susurra, fresca y en calma.

El aire huele a tierra, a ciclo que renace,
cada hoja caída en su danza se deshace.
El crujir bajo los pies, eco de un paso,
de un otoño que pinta el mundo en su abrazo.