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Por Gerardo Álvarez

 

La conmemoración del 110º aniversario de la Escuela Juan Bautista Alberdi es ocasión propicia para evocar a una de las figuras más relevantes de la docencia cañadense,

cuya admirable y denodada labor y su prestigio personal determinaron que el barrio de Escuela, de la que fue directora-fundadora, y la ciudad toda, la conociesen por su apellido: Escuela Pombo.

 

La tan sentida evocación de Raúl Perasso no omitió nombrar a quienes, cuando era directora Clara de Martínez Pombo y vicedirectora Ede Borraz, habían sido sus maestras. Y así fue recordando a Gertrudis López de Sidler, en primero y segundo grado; Ana Rosso, en tercero; Sara Fredes de Tancredi, María Molina de Albónico y una de las las hijas de doña Clara en cuarto; Angélica Rovere en quinto y Luisa Munarriz de Baiml en sexto, que entonces era el último grado de la educación primaria…1.

En 1929, cuando Emilio Fernández continuaba al frente de la laboriosa Cooperadora, por iniciativa de doña Clara se comenzó a servir la tradicional copa de leche al alumnado, lo que representó un significativo logro en el aspecto social y cuando era su presidente Adolfo Filisetti, en 1933 se dotó a la escuela del blanco carrito que permitía colocar en él las mencionadas copas. Y durante los años treinta la labor de la directora contó con el valioso concurso de otros destacados docentes, Lidia J. de Guevara, Irma P. de Santorum, Iris A. de Massa, María Rosso, Amelia Monsalve de Turchetti, Nélida Niesi de Hernández, Elio Giordano, Alonso Piovano, Carmen Barral de Zoff, Delia Córdoba, Delia Bove, Clede Álvarez, Yolanda Di Natale y Amalia U. de Pánfoli, Miguel Maggi, Sara Fredes de Ripesi, Gertrudis López de Sidler, María Molina de Albónico, Luisa Munarriz de Baiml y Mercedes Bondone, logrando en 1934 la señora de Martínez Pombo la apertura del quinto y sexto grado de la Escuela2.

A inicios de la década de los treinta el director de la Escuela Normal de Maestros de Cañada de Gómez, profesor Rafael Figueroa, alentó una reunión de los docentes primarios y secundarios de dicha escuela y de los talleres anexos, que se realizó el 27 de mayo de 1931, «con el objeto de formar su sociedad gremial», tal como señalara la crónica de la misma que pudiera leerse en La Nota el 13 de junio de ese año. En la ocasión se formó una comisión provisoria, presidida por el sub director de esa Escuela, Dr. Santiago D´Onofrio, luego de lo cual se creó el Círculo de Maestros de Cañada de Gómez, que se reunía en la Biblioteca Rivadavia, entidad que a partir de entonces albergó el quehacer gremial de los docentes del departamento Iriondo. la primera comisión de la Asociación Gremial de Maestros, fue presidida por Santiago D´Onofrio, entonces vicedirector de la Normal, siendo su vicepresidenta Clara Carignano de Martínez Pombo3.

En 1932 fue elegido gobernador Luciano Molinas, con lo que se inició en Santa Fe la única experiencia de gobierno de la Democracia Progresista, quien designó al ingeniero cañadense Dante Ardigó, autor del proyecto del Teatro Verdi, como presidente del Consejo Provincial de Educación durante el período 1932-33. Y esa circunstancia le permitió a doña Clara conseguir un nuevo local para su escuela, ya que en el primero de esos años Ardigó estuvo en ella acompañado por un inspector general, quien dispuso que se concretaran las gestiones requeridas para su traslado a la amplia propiedad de Rivadavia y Mitre que pertenecía a la familia Cornero, donde a partir de entonces funcionó durante cuarenta y cinco años…4.

Al crearse la vicedirección, en 1936, correspondió que ocupara ese cargo Ede Borraz, una prestigiosa educadora que se venía desempeñando como directora de la Escuela Almafuerte y que hacia 1933, durante su excelente gestión, había fundado en ella la Biblioteca Popular Rodolfo Senet, quien desde entonces fue una eficiente colaboradora de doña Clara en la tarea directiva. Una nota que pudo leerse en La Capital de Rosario el 26 de julio de 1936, en la que se comentó que en la Escuela Alberdi de Cañada de Gómez se había rendido homenaje al Dr. Decroly, permite advertir el nivel de excelencia con el que se trabajaba en la Alberdi en el tiempo en que la dirigía doña Clara, quien guiaba a sus maestros en la aplicación del método del célebre pedagogo belga:

«Seguidamente la Sra. Irma P. de Santorum, maestra de la Casa, disertó con acierto sobre la vida y la obra de Decroly, siendo ilustrada una parte de la conferencia en forma práctica esto es, mediante ejemplos de juegos educativos para iniciación de la actividad motriz del niño. Este material forma parte de los equipos audiovisuales con que están dotados los primeros grados de la Escuela por obra de los maestros que lo tienen a su cargo, siempre atento a las instrucciones de sus superiores. Cabe señalar que en grados diferentes se imparte la enseñanza conforme a lo indicado por la Sra. de Santorum, lo cual revela el espíritu renovador que alienta en este establecimiento de enseñanza»5.

Por entonces, en el ya aludido Álbum de 1939, se hizo una elogiosa referencia al establecimiento, en la que se señalaba que continuaban en los cargos directivos Clara C. de Martínez Pombo y Ede Borraz y que eran maestras de grado Elisa A. de Zamora, Nélida V. de Hernández, María Molina de Albónico, Gertrudis L. de Sidler, Iris A. de Massa, Irma P. de Santorum, María M. de Rosso, María Angélica Rovere, Sara C. Fredes, Lidia Jaureguialzo y Elio Giordano y que enseñaba labores Carmen Ganem. Entretanto, otros docentes muy destacados contribuyeron a prestigiarla, y entre ellos se contaron, entre 1940 y 1944, Celia F. Villavicencio, Argénides Giordano, Cecilia M. de Silvani y Amanda G. de Jacinto, habiendo tenido la primera de ellas un muy valorado desempeño docente en la Alberdi y en Carcarañá, como así también una muy relevante actuación en la Asociación del Magisterio del Departamento Iriondo, de la que también formaban parte Clara de Martínez Pombo, Francisco Dante Morán, Goritzia Piccinini y otros destacados docentes de su tiempo. Cabe destacar, además, que la reconocida sensibilidad social de la señora de Martínez Pombo la llevó a integrar durante años la sociedad Damas de Beneficencia6.

Al jubilarse, en 1947, doña Clara de Martínez Pombo se alejó de la querida Escuela a la que, sin proponérselo, le había impreso su apellido, y la sucedió en el cargo don Andrés Acuña, un respetado maestro que egresara con la primera promoción de la Escuela Normal Juan Francisco Seguí y que además era un admirable pintor7.

Tres lustros más tarde, el 27 de abril de 1963, se inauguró el Monumento a Domingo Faustino Sarmiento, donado a las autoridades municipales por la Comisión Popular de Homenaje que presidía el ex intendente Gerardo F. Cabezudo y de la que era secretaria Goritzia Piccinini. En esa oportunidad doña Clara fue objeto de una honrosa distinción, ya que integró la comisión especial designada para hacer entrega del monumento, en representación de la enseñanza primaria8. En la década siguiente, el 4 de septiembre de 1977, la tan querida doña Clara alcanzó a ver realizado el sueño de su vida, la inauguración del edificio propio de la Alberdi donado por don Ricardo C. Romegialli, un año antes de que falleciera en Cañada de Gómez, el 24 de agosto de 1978, siendo luego trasladados sus restos a Villa Constitución. Y cuando la Alberdi celebró su 75º aniversario, en el año 1990, tres de sus hijos descubrieron un retrato de quien fuera su primera directora, obra de la pintora Elede Damiano, presente en el acto9.

Ayudan a caracterizar a Doña Clara los testimonios de dos exalumnos suyos, hijos de típicas familias ferroviarias del barrio de la Escuela Alberdi, Alfredo Barral,

quien acotó que ella «era muy recta pero muy afectuosa…», y Eduardo Mellado, que tenía presente que ella se llegaba «hasta la casa de sus amistades para conseguir alumnos» y que todos la consideraban una verdadera «apóstol de la enseñanza, una persona querida y respetada»10. Y un recordado director de la escuela, Juan F. Negro, memoró que desde aquel lejano 13 de abril de 1915, gracias a doña Clara y también a quienes la sucedieron en su dirección, la Alberdi cumplió con dignidad la noble función de «educar al soberano», es decir «a un sector del pueblo de esta patria chica» en el « sector Este de la ciudad», donde «se ha adentrado fuertemente en el corazón de la gente» al tiempo que «su prestigio y nombradía» se habían «extendido por toda la ciudad y su zona de influencia»11.

 

1 Testimonio de Raúl Perasso.

2 BIMA, J. Y PODESTÁ, A.: óp. cit.

3 La Nota, 13 de junio de 1931.

4 Datos y referencias en archivo del autor.

5 La Capital, 25 de julio de 1936.

6 BIMA, J. Y PODESTÁ, A.: óp. cit.

7 Datos y referencias en archivo del autor.

8 ÁLVAREZ, GERARDO. La Normal – Historia de la Juan Francisco Seguí y de sus irradiaciones culturales desde nuestra Manzana de las Luces, Rosario, 2017, p. 197.

9 Datos y referencias en archivo del autor.

10 Testimonios de Alfredo Barral y Eduardo Mellado.

11 Testimonio de Juan F. Negro, quien fuera director de la Alberdi.

 

Epígrafe imagen:

Los hijos de Clara de Martínez Pombo descubren su

retrato en presencia de Elede Damiano, autora de la obra.