
El campo respira dorado,
los trigales se inclinan, serenos,
como quien escucha un rumor antiguo
que llega desde el cielo.
El viento huele a promesa,
a tierra, a verano, a trabajo callado.
Y el árbol, viejo centinela del camino,
se alza en silencio, viendo venir la tormenta.
El cielo se viste de violeta,
de nubes que cargan historias,
de un sol que se despide, lento,
como quien sabe que volverá mañana.
Cañada de Gómez se detiene un instante,
entre el fulgor del trigo y el trueno que acecha.
Y en esa pausa perfecta del paisaje,
todo parece respirar…
justo antes de que caiga la lluvia. 🌦️





































