Evangelio según San Marcos 8,27-33.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;
y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismales, n°13, 3-4; PG 33, 771-778 (frm trad. ©evangelizo.org©)
“Por primera vez, comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho”
No nos avergoncemos de la cruz de Cristo; estemos más bien orgullosos de ella. La cruz es “para los judíos un escándalo y para los paganos una locura”, pero para nosotros es la salvación. Para aquellos que van a su propia pérdida, también es una verdadera locura, pero para nosotros que hemos sido salvados, es “fuerza de Dios” (1 Co 1,23-24). Pues no fue solamente un hombre que moría por nosotros, sino el Hijo de Dios, Dios hecho hombre. Por otro lado, en los tiempos de Moisés, el cordero pascual ahuyentó al exterminador (Ex 12,23); y “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29), ¿no nos liberaba aún mejor de nuestras faltas?
Sí, Jesús realmente sufrió por todos los hombres. La cruz no fue un simulacro, sino la redención también lo fue. La muerte no era una ilusión…; la Pasión fue real. Cristo fue realmente crucificado: no tenemos que avergonzarnos de esto. Fue crucificado, no debemos negarlo. Es más bien con orgullo que lo digo…Reconozco la cruz pues conozco la resurrección. Si el crucificado se hubiese quedado en la muerte, sin duda no hubiese podido reconocer la cruz y la hubiese talvez escondido, al igual que a mi Maestro. Pero la resurrección vino después de la cruz: entonces no me avergüenzo por hablar de ella.