Evangelio según San Mateo 12,14-21.
En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él.
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos.
Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer,
para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas.
No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia;
y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Bulle Filomeno de Mabboug (¿-c. 523)
obispo de Siria
Homilía n° 5, sobre la sencillez, 137-139
«No protestará, no gritará»
Escucha al profeta anunciar a nuestro Señor. Lo compara a un cordero, a una oveja, la más inocente de los animales: «Fue llevado al matadero como un cordero, como una oveja ante el esquilador» (Is 53,7)... Nuestro Señor no fue comparado con un león cuando fue conducido a la muerte... Como un cordero, como una oveja, se mantenía en silencio cuando fue llevado a la Pasión y a la muerte: "Como oveja ante el esquilador; no ha abierto la boca" en su humillación.
Confirmando la palabra de la profecía con su conducta, se mantuvo en silencio cuando se lo llevaron, no dijo nada cuando lo juzgaron, no se quejó cuando lo azotaron, no discutió cuando lo condenaron, no se irritó cuando lo apresaron (Mt 27,2). No murmuró cuando le golpearon en la mejilla, no gritó cuando fue despojado de sus vestiduras, como a una oveja cuando la esquilan. No les maldijo, cuando le dieron hiel y vinagre; no se irritó contra ellos cuando le clavaron en el madero.




































