1) De costumbre: Hay cosas en la vida que uno va haciendo por rutina; pero la rutina mata al amor, porque cuando te empezás a acostumbrar a ciertas cosas, le quitas pasión por poner la rutina. Eso nos pasa en el matrimonio, incluso en el mismo sacerdocio y hasta en las cosas que nos apasionan o motivan. Por eso es importante que no dejes de ver lo que te apasiona y, por sobre todo, que trates de animarte en lo que te motiva y no que te acostumbres. En esto es importantísimo la creatividad, porque te ayuda a descubrir otras perspectivas de lo que te apasiona.

2) El Espíritu: No dejes la espiritualidad en tu vida y date ese espacio para meditar y poder trabajar tu interior. En lo más interno formamos lo más externo. Es en la intimidad e interioridad donde podrás sacar fuerzas para los desafíos externos y difíciles que te toque enfrentar. Anímate a plantearte cosas concretas para vivir tu espiritualidad, aunque sea ese momento de la mañana para meditar, o ese rosario que hagas en el auto. Busca tu diálogo interno con Dios para enfrentar lo externo.

3) Ningún: Claro que también hay gente que no nos quiere y también es obvio que no vamos a caer bien a todo el mundo que esté alrededor tuyo; pero la verdad se debe priorizar ante el aparentar. Es preferible vivir con claridad en cuanto a lo que soy, a mentirme y mostrarme ser algo que no soy. Ser prudente es parte de ser anunciador del evangelio. Algo bueno está por venir.