1) Ciudad: Hay personas que quisiéramos que cambien o que fueran de otra manera; hasta nos esforzamos para que cambien y sean distintos, pero no lo logramos. Es por ello que uno debe recordar que no puede ayudar a alguien que no se deja ayudar, incluso cuando te pones a ayudar a alguien que no quiere, te termina matando, como Jerusalén a Jesús. Jesús quiso que cambiara Jerusalén. Incluso me animo a decirte que para resucitar tenés que salir de Jerusalén para aparecer victorioso. Jesús resucitó pero en Galilea, no en Jerusalén. Salí de esa persona que te mata y que no está dispuesta a cambiar. Empezá a mirarte vos y llora por lo que tengas que llorar.
2) Paz: Hay situaciones que nos hacen olvidar que, para tener paz, hay que pasar conflictos, porque Jesús nos invita a ser personas de paz, pero no para pacificar. El que busca pacificar es capaz de tapar una guerra, pero sigue habiendo matanzas. Buscar la paz es la capacidad de saber enfrentar los problemas y darles un punto final.
3) Tiempo: Recuerda que todo lo que te molesta también te forma y todo lo que te incomoda te enseña a tener paciencia. Quien te abandona te enseña a ser fuerte por vos mismo o por vos misma, y todo lo que te enoja te enseña el camino del perdón y de la compasión. Aclaro “perdón”, pero no siempre reconciliación. El dolor puede ser tu maestro, pero la clave de todo esto es tener valentía para enfrentar el miedo y oración para abandonarte a los brazos de Dios.





































