Comunicado de la Asociación

Desde hace unas semanas nos llegaron a la Asociación la denuncia de varias personas, padres de familias, preocupados por la situación vivida por sus hijos y otros chicos conocidos, en dos de los boliches nocturnos de la ciudad.

 

Situaciones violentas, de discriminación, maltrato y abusos de poder. Tanto por parte de algunas de las personas de la seguridad privada contratada por los dueños de los locales, como de algunos oficiales de la policía. Los primeros “trabajan” en el interior de los locales y hasta las colas que se forman en la vereda para entrar y los segundos, ya en la vía pública. Los pibes, nos contaban, por ejemplo, que van al boliche preguntándose si hoy los dejarán entrar o no, según el humor del que este en la puerta. O que, ante la propuesta de un oficial a que lo acompañe para denunciar lo ocurrido, el pibe huya despavorido gritando que no, porque ahí le iban a seguir pegando. Estas reacciones no se consiguen de un día para el otro. Hay una identificación de las fuerzas de seguridad, pública y privada, con estas practicas de abuso del poder y una continuidad de las mismas. Es un problema de larga data, de todas las épocas. Pero no por ser repetido, hay que relativizarlo y naturalizarlo. Todo lo contrario. Sabemos de la problemática de alcohol y otras drogas prohibidas en que rondan muchos pibes y la violencia descontrolada que genera. Ahora, por un lado, esto no es condición necesaria para ser victima del maltrato. Está claro que a cualquiera le puede pasar, solo basta que lo decida vaya a saber con que criterio alguno de los encargados del “orden”. Y, por otro, desde adentro de los mismos boliches se alimentan el consumo del alcohol y las drogas, legales e ilegales. Y la gente de los boliches no están ajenas, en este sentido, al problema del consumo. Y en todo caso, la violencia física y psíquica aplicada desde el lugar de poder no colabora en resolver nada. Por el contrario, lo agrava al punto de poner en riesgo la vida de nuestros pibes. Creemos que hay que parar la mano. Los políticos no pueden mirar para otro lado. Pueden y deben controlar en serio y garantizar los derechos de todos.

Asociación de Derechos Humanos de Cañada de Gómez