No permitas que haya tristeza en tu alma, porque la tristeza impide que el Espíritu Santo actúe libremente.
Si alguna vez insistes en estar triste, que sea una santa tristeza ante la visión del mal que se está difundiendo más y más en la sociedad hoy en día.
¡Cuántos pobres son todos los días desertando de Dios, nuestro Supremo Bien!
Oración:
Señor Jesús, tú eres la razón de mi alegría, y nunca me abandonarás a mis enemigos.
Cuando los dardos opresivos de la tristeza, de la oscuridad, de la duda, del desaliento, o del temor vienen a mí, incita el Espíritu Santo dentro de mí para que pueda ser llenado de la luz del amor, de la oración, de la alabanza, de la gratitud y del recuerdo de la alegría a la cual estoy llamado contigo.




































