“Comencemos hoy, hermanos, a hacer el bien, que hasta ahora no hemos hecho nada”. Estas palabras que el seráfico Padre San Francisco,

en su humildad, se aplicaba a sí mismo, hagámoslas nuestras al comienzo de este nuevo año.

En verdad, nada hemos hecho hasta ahora; o, al menos, bien poco; los años se han ido sucediendo, comenzando y terminando, sin que nos preguntáramos cómo los hemos empleado; si no había nada que reparar, nada que añadir, nada que quitar en nuestra conducta.

Hemos vivido a lo tonto, como si un día el Juez eterno no nos hubiese de llamar y pedirnos cuenta de nuestra conducta, de cómo hemos empleado nuestro tiempo.

Sin embargo, deberemos dar cuenta rigurosísima de cada minuto, de cada actuación de la gracia, de cada santa inspiración, de cada ocasión que se nos presentaba de hacer el bien. ¡La más pequeña transgresión de la santa ley de Dios será tenida en cuenta!