"En todos los sucesos de la vida reconoce la voluntad de Dios, adórala, bendícela. De modo especial en las cosas que te resulten más

duras, no busques con inquietud ser liberada de ellas. Entonces más que nunca dirige tu pensamiento al Padre del cielo y dile: «Tanto mi vida como mi muerte están en tus manos, haz de mí lo que más te agrade»."