"Acuérdate de Jesús, manso y humilde de corazón. El “si os dejáis llevar de la ira que no sea hasta el punto de pecar”, es propio de los santos. Yo jamás

me he arrepentido de actuar con dulzura; pero sí he sentido remordimiento de conciencia y me he tenido que confesar cuando he sido un poco duro. Pero, cuando hablo de suavidad, no me refiero a la que deja pasar todo. ¡Esa no! Me refiero a aquélla que, sin ser nunca descuidada, transforma la disciplina en algo dulce" (GB, 34).