
Día 9
Oración simple de san Francisco de Asís
¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.
Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.
Meditemos lo que nos indica Padre Pio:
Mantén el buen ánimo; abandónate en el corazón divino de Jesús; y todas tus preocupaciones déjaselas a él. Colócate siempre en el último lugar del grupo de los que aman al Señor, teniendo a todos por mejores que tú. Sé verdaderamente humilde con los demás, porque Dios resiste a los soberbios y da la gracia a los humildes. Cuanto más crezcan las gracias y los favores de Jesús en tu alma, más debes humillarte, imitando siempre la humildad de nuestra Madre del cielo, la cual, en el instante en que llega a ser Madre de Dios, se declara sierva y esclava del mismísimo Dios. En las cosas prósperas y adversas que te sucedan, humíllate siempre bajo la mano poderosa de Dios, aceptando con humildad y paciencia, no sólo aquellas cosas que son de tu agrado, sino también, y con humildad y paciencia, todas las tribulaciones que él te mande para hacerte cada vez más grata a él y más digna de la patria celestial.
Padre nuestro, Ave María, Gloria
Oración de cierre
Señor Jesús, que nos has convocado para seguir las huellas de San Pio de Pietrelcina dónanos tu Espíritu, para que contigo podamos decir “Abba Padre”. Por intercesión de San Pío, que fue apóstol de tu Misericordia haznos misioneros de paz y misericordia para las personas de nuestro tiempo. Inspira en nosotros sentimientos de fidelidad y amor para que en familia, en el trabajo y en la sociedad, seamos testimonio de tu Evangelio. Descienda sobre nuestro convenir la riqueza de tus bendiciones para que, revestidos de gracia, podamos ser criaturas nuevas y, confiados en tu Providencia, nos abandonemos en tus brazos seguros, que siguiéndote en el Calvario y mirando el Tabor, seamos santificados por tu amor y podamos así santificar. Amén
Salve
Grupos de oración de San Pio de Pietrelcina - Animación en Argentina 2024




































