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"Guardaos de la ansiedad y de las inquietudes, porque no hay cosa que impida tanto el caminar hacia la perfección.

Pon, hija mía, dulcemente tu corazón en las llagas de nuestro Señor, pero no a base de esfuerzos. Ten gran confianza en su misericordia y en su bondad. El no te abandonará jamás, pero no dejes por eso de abrazar estrechamente su santa cruz" (Epist.III, p.707).