"Caminamos, pues, siempre, incluso cuando nuestro paso es lento; pues si nuestro afecto es bien intencionado y decidido, no podemos sino caminar bien.
No, mis queridísimas hijas, no es necesario para el ejercicio de la virtud estar atentas siempre y en cada momento a todas las virtudes; esto, en verdad, embrollaría y enredaría demasiado vuestros pensamientos y afectos" (Epist.III, p.588).