"En sus lecturas, hay poco que admirar y casi nada que edifique. Os es necesario del todo que, a esas lecturas, añada la de los libros santos (Sagrada Escritura), tan
recomendada por todos los santos padres. Y yo, a quien me apremia tanto su perfección, no puedo eximirle de estas lecturas espirituales. Conviene (si quiere obtener de tales lecturas tan inesperado fruto) que deponga sus prejuicios sobre el estilo y la forma con que se presentan estos libros. Esfuércese por cumplir esto y encomiéndelo al Señor. En todo esto se oculta un grave engaño y yo no se lo puedo ocultar" (Epist.II, p.141s.).