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Treinta grados de máxima,
dieciocho de mínima al alba,
a las once, veinticuatro en calma,
con un treinta y seis por ciento de humedad en el alma.

Despejado el cielo, sin lluvia a la vista,
un día tranquilo al menos hasta ahora, sin tormenta que embista.
El sol brilla fuerte, sin nube que lo opaque,
un verso perfecto que el tiempo nos pinta.