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Sábado de verano, algo de nubes en el cielo,
treinta y cinco de máxima, un día con anhelo.
Veinticuatro de mínima, frescor en el suelo,
a las nueve, veintiséis, comienza el desvelo.

El río serpentea, el arroyo murmura,
El Cañada de Gómez y Los Ceibos, aguas que apuran.
En piletas de la ciudad, el sol va a brillar,
un día perfecto para nadar y descansar.

El sol entre nubes juega a esconder,
un día hermoso para crecer y querer.
¡Que el sábado en el agua nos haga renacer!