Treinta milímetros de sueño mojado,
la tierra susurra su aroma al pasado.
El sol despierta, con nubes al lado,
jugando a la sombra en un cielo callado.
Veintiocho de brisa, veintitrés de abrigo,
queda el rocío, testigo y amigo.
Sábado claro, descanso en el aire,
Cañada espera su próximo baile.