"La ciencia, hijo mío, por muy grande que sea, es siempre algo muy pobre; y es menos que nada en comparación con el formidable misterio de la

divinidad. Debes encontrar otros caminos. ¡Limpia tu corazón de toda pasión terrena, humíllate en el polvo y ora! De ese modo encontrarás con certeza a Dios, que te dará la serenidad y la paz en esta vida y la beatitud eterna en la otra".