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"El campo de batalla entre Dios y Satanás es el alma humana.

En ella se desarrolla en todos los momentos de la vida. Es necesario que el alma deje acceso libre al Señor y que sea fortalecida por él en todas partes con toda clase de armas; que su luz la ilumine allí donde combaten las tinieblas del error; que sea revestida por Jesucristo de su verdad y justicia, del escudo de la fe, de la palabra de Dios, para vencer a enemigos tan poderosos. Para ser revestidos de Jesucristo es necesario morir a sí mismos".