El descargo, lo escribe una profesional Cañadense, que se encontraba trabajando en el nosocomio Rosarino, que en el día de ayer, sufrió una amenaza de
bomba a traves de un llamado a las 04. 20 de la madrugada. Al lugar acudió personal de explosivos, Bomberos, y demás integrantes de la seguridad de Rosario. Después de dos hora dijeron que era una falsa alarma. Dicha profesional era parte del equipo que atendia a casi dos decenas de bebés en incubadoras en ese momento y no sabían que hacer. No les permitan moverse, relata una persona cercana a la misma. Al volver a su casa escribió:
No sé bien si este remolino de sensaciones fue externo o reproducido en mi interior; sepa usted que como terapistas a veces normalizamos la brecha que separa la vida de la muerte; no quiero decir que no nos importe sino que en nuestra labor hemos aprehendido a tener resiliencia, vivir la situación trágica y seguir adelante. No crea que esto no nos afecta, obviamente en nuestro inconciente neuronal quedará marcado su llamado. Una amenaza, y un torbellino de ideas no claras en nuestras cabezas algorítmicas que no encuentran protocolo de actuación... corremos? nos despedimos? nos hundimos con el barco? que pasará con nuestros pacientes? y con nuestros seres queridos?
Sabe que fue lo único que me angustió? Que hacía casi 24 horas que no abrazaba a mis hijos, que necesitaba decirles cuanto los amaba una vez más, sentirlos decir mamá. No crea que mi cerebro es egoísta, también su acción me hizo pensar en cuántos seres pasan por situaciones similares donde ven la muerte a la vera de su camino y se suben a ese tren del otro destino.
Estas palabras no sé si son para usted o para desahogar mi interior, solo sé que en mí persiste el torbellino de revelaciones que siempre impactan, la de estar de paso en esta vida, la del que te toca, la de es el destino; pero también sé como y con quién la deseo transitar.
Agradezco su gentileza de permitirme ver la sonrisa de mis hijos, sentir sus abrazos y el calor de mi hogar"