El viernes vino sin brillar,
con cielo opaco, sin apurar.
La lluvia no, pero el frío sí,
mínima diez, y el viento sutil.
Las calles quietas, sin apuro,
el día gris, tranquilo y puro.
Diecisiete apenas quiere asomar,
como si el sol no se animara a estar.
Un mate humea en la cocina,
la tarde pide pausa y rutina.
Viernes de abrigo, calma serena,
el invierno se sienta... y suena.
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