Después de tanta agua y viento,
el sol volvió a relucir,
fueron ochenta y nueve milímetros,
que el cielo quiso fundir.
Hoy la calma se presenta,
y otra vez puedo sonreír.
La jornada se acomoda,
con un clima más ameno,
veinte grados de esperanza,
once al alba, fresco y bueno.
El paisaje se ilumina,
tras la lluvia y su terreno.
Soleado pinta el camino,
tras las horas de tormenta,
la tierra bebe tranquila,
y la brisa ya no revienta.
Un nuevo día comienza,
con la luz que todo alienta.