El sol se posa suave sobre la ciudad,
máxima quince, mínima dos,
un aire frío que acaricia la piel,
y la luz que despierta los rincones del día.
Camino entre sombras y claros,
saboreando el silencio tibio de la mañana,
sabiendo que hoy, aunque breve,
el sol nos recuerda que estamos vivos.