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“Soy todo de todos y de cada uno. Cada uno puede decir: "El Padre Pío es mío". Amo mucho a todos mis hermanos de este destierro.

Amo a mis hijos espirituales igual que a mi alma y más todavía. Los he reengendrado para Jesús en el dolor y en el amor. Puedo olvidarme de mí mismo, pero no de mis hijos espirituales; más todavía, prometo decir al Señor, cuando me llame: "Señor, yo me quedo a la puerta del paraíso. Entraré cuando haya visto entrar al último de mis hijos".
Sufro mucho al no poder ganar a todos mis hermanos para Dios. En ocasiones, estoy a punto de morir de infarto de corazón al ver a tantas almas que sufren y no poder aliviarlas y a tantos hermanos aliados con Satanás”. (AP).