“No te debes confundir al intentar conocer si has consentido o no. Tu estudio y tu vigilancia estén orientadas a la rectitud de intención que debes tener al

actuar y al combatir siempre, con valor y generosidad, las artes malignas del espíritu maligno” (Epist.III, p.622).

 

“En cuanto a las pruebas espirituales a las que te va sometiendo la paternal bondad del Padre del cielo, te ruego que te resignes y que, en cuanto te sea posible, estés tranquila, fiándote de las aseveraciones de quien ocupa el lugar de Dios, te ama en él y te desea toda clase de bienes, y te habla en su nombre. Sufres, es verdad, pero con resignación; sufres, pero no temas, porque Dios está contigo y tú no le ofendes sino que le amas. Sufres, pero también crees que Jesús mismo sufre en ti y por ti y contigo. Jesús no te abandonó cuando huías de él, mucho menos te abandonará de ahora en adelante cuando tú quieres amarlo” (Epist.III, p.618).