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Se trata de Ana Pamela Suarez, quien es presidente de la junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil.

 

El monóxido de carbono en sangre hallado en el cuerpo del jugador argentino, dio un giro a la investigación que puede ser clave en el informe final, por lo que la Air Accident Investigation Branch – AAIB, invitó a su par argentino -Ana Pamela Suarez-, a una reunión prevista para el 27 de agosto en Washington.

En dicho encuentro estarán presentes, además, representantes de la empresa que fabrica el Piper-Pa 46, el modelo de aeronave en el que viajaba Sala junto al piloto David Ibbotson, cuyo cuerpo aún no fue encontrado.

La Cañadense, se especializa en seguridad para la prevención de accidentes aéreos y es el nexo entre la familia Sala y los responsables de la investigación técnica. En diálogo con 442 de Perfil, explicó la trascendencia del encuentro que tendrá lugar a fin de mes en los Estados Unidos.

“Inicialmente se publicó un boletín en febrero donde se hablaba de una pérdida de control en vuelo en condiciones meteorológicas muy difíciles. Lo que resta saber es el por qué. Por eso se convoca al fabricante de la aeronave”, contó la especialista.

Los fabricantes deberán cooperar para determinar la causa de la presencia de monóxido de carbono: “Pueden ser varios los factores. Puede tratarse de un factor accidental, problemas de ventilación, cuestión de motores o algo relacionado al equipo técnico”.

Lo que sí está claro es que el dato, tal como confirma Suárez, cambia el eje de la investigación: “Lo que hace este hallazgo es decir ‘ojo que por ahí el piloto no venía con todas sus capacidades’“.

Que el cuerpo de Ibbotson esté desaparecido tiene un valor relativo. No habrá posibilidades de asegurar que el piloto también estaba contaminado, aunque por las características de la aeronave, que contaba con una única cabina, se da por sentado que el británico también había sufrido envenenamiento.

“En un principio explicaría por qué perdió el control. Pudo haberse dormido, pudo haber tenido un paro. El nivel es muy elevado, no estamos hablando de cifras menores de contaminación”, dice Suárez.

La JIAAC estima que para septiembre u octubre quedarán despejadas todas las dudas en torno al hecho ocurrido en el mes de enero en el Canal de la Mancha. La reunión del 27, sin embargo, podría retrasar la publicación del informe.

Investigar para prevenir

Más allá del ruido mediático, y de la obligación contraída con la familia Sala, Suárez y su equipo trabajan en el caso para conseguir un informe que reduzca el riesgo de accidentes.

“Lo que se busca es mejorar el sistema. La investigación también es eso, seguridad para el futuro. Tenés un montón de barreras para mejorar la seguridad, la última es la investigación. Donde hay investigación es porque hubo accidente. Errores hay siempre, constantemente, pero casi nunca terminan en un accidente”, explicó.

Fuente: 424 Perfil